Anna Simon: “El sentido del humor es hereditario”
Convertida en estrella televisiva gracias a su paso por Tonterías las Justas, la presentadora catalana Anna Simon habló para Jot Down sobre su vida, sus intereses y su forma de pensar. Hubo lugar para todo: desde reflexiones diversas sobre el estado del periodismo y la política actuales hasta comentarios sobre el origen del sentido del humor, pasando por un repaso a los inicios de su carrera —unos peleados inicios gracias a los cuales mantiene los pies sobre la tierra— o su visión sobre determinados hechos y personajes de la historia reciente. Conversamos con Anna en una ubicación exquisita, la terraza del escultural hotel Casa Fuster, donde ante una espléndida vista de Barcelona nos demostró que ni la repentina fama, ni la preponderancia mediática, ni el aparecer encabezando encuestas sobre las mujeres más sexies le impiden ser una persona cercana, amigable y espontánea.
¿Hubo algún personaje o programa en particular que te decidiese a meterte en el periodismo?
No, la verdad es que no. De pequeña estaba convencida de que sería vendedora de olivas. Sí, quería estar en una plaza con el cazo ese enorme y metiendo olivas en bolsas(risas). Cuando era algo más mayor quería ser veterinaria, porque siempre me han gustado mucho los animales, pero la física y la química no se me acababan de dar muy bien. Y dije: “bueno, ¿qué hago con mi vida? Me gusta mucho leer… pues voy a hacer periodismo”. No fue nada vocacional. Era un momento en que había que elegir algo y tiré hacia el periodismo.
¿Has hecho alguna vez lo de vender olivas, aunque sólo sea para quitarte el gusanillo?
No, no. Y mira que es una tontería, ¿eh?, la ilusión de meter el cazo ahí y llenarlo… es que es absurdo. Soy muy absurda, de verdad.
¿Hay alguna faceta del periodismo que nunca hayas ejercido y que te gustaría probar?
Quizá donde menos he ejercido ha sido en prensa escrita. De hecho lo único que hice en prensa escrita fueron las prácticas: tres meses trabajando en el Diari de Tarragona y nada más, excepto algunas colaboraciones en el periódico local de mi pueblo. Prensa escrita es lo que menos he hecho y era lo que yo pretendía hacer, porque no me veía trabajando en la televisión. En la radio quizá sí me veía más, pero realmente iba encaminada a trabajar en la redacción de un periódico. Lo que pasa es que la vida te lleva por caminos que no has buscado.
¿Y qué te desvió de la prensa escrita a la televisión?
No es que me desviara nada, es que terminé la carrera y empecé a mandar currículums a teles, radios, periódicos… a todas partes. No llamaba nadie, así que entré a trabajar de secretaria porque de algo teníamos que comer. Fue al cabo de un mes cuando me llamaron de Teletaxi TV, diciéndome que yo había dejado un currículum en la radio y que en radio no estaban buscando gente pero en televisión sí. Iban a hacer un programa nuevo y me preguntaron si quería ir a hacer el casting… y me presenté. Ya te digo, no fue nada premeditado.
¿Por qué ya casi no surge periodismo como el de aquellos Woodward y Bernstein, que destaparon el caso Watergate?
El periodismo cada vez se va más por el lado del corazón, o eso es lo que a mí me parece. He leído que Hilario Pino sacó en el informativo a un perro que bailaba… son cosas que hace años no tenían cabida. El periodismo ha ido cambiando y sería interesante que no perdiera esa vertiente de vigilancia, de denuncia y de informar al pueblo de lo que realmente está pasando. Se va más por lo divertido, lo comercial y por los titulares que venden. De repente, te encuentras en las noticias que Britney Spears ha sacado un nuevo videoclip. Y te dices que el informativo quizá no es el lugar apropiado.
¿Es muy diferente el periodismo que estudiabas en la universidad del periodismo real que te encuentras cuando sales?
Cuando sales de la universidad tienes la teoría, pero te falta la práctica. Te dan consejos sobre qué hay que hacer cuando vas a entrevistar a alguien, pero… recuerdo en las primeras entrevistas que hice, tenía una lista de preguntas y hacía la primera pregunta, pero no me paraba a escuchar lo que me estaban diciendo. Me quedaba pensando en cuál era la siguiente pregunta que tenía que hacer. Pero creo que es importante el saber escuchar y que haya un feedback. No recuerdo quién dijo que para hacer una buena entrevista sólo tienes que tener preparada la primera pregunta.
¿Puedes repetirlo en la grabadora para que lo escuche la Dirección?
Para hacer una buena entrevista, si el entrevistador es bueno, basta con preparar la primera pregunta y luego dejar que fluya la conversación.
…a partir de ahora presentaré cuestionarios con sólo una pregunta.
(risas) Recuerdo que hacía reportajes, memorizaba las preguntas y estaba tan pendiente de las cámaras que en vez de escuchar lo que me estaban diciendo sólo pensaba “¿qué viene ahora? ¿qué viene ahora?”. Era un gran error, pero es algo que vas aprendiendo con la experiencia. Para mí, la mejor entrevista es la que no parece una entrevista. La que parece una charla, una conversación entre dos personas.
Eso es muy difícil de hacer en televisión, ¿no?
Muy difícil. Muy difícil. Lo que hacen Pablo Motos o Buenafuente de estar ahí sentados charlando con el invitado, con una persona que es la primera vez que ves en tu vida, lo encuentro dificilísimo.
¿Echas de menos el periodismo de investigación?
Es que ahora mismo me lo estoy pasando muy bien. Y a mí que ya me gusta hacer el payaso… sí que es verdad que tengo un guión que hay que seguir, por respeto a los guionistas que están desde las siete de la mañana pensando y escribiendo cosas. Pero también me dan mucha libertad para decir las chorradas que quiero.
¿Qué harías si te llegase una buena oferta para hablar de política en Intereconomía?
(en voz baja) ¿…cómo de buena?
(risas) Muy buena.
La rechazaría. El dinero es importante, pero si con lo que tienes puedes vivir bien, sin pasar penas… creo que le damos demasiada importancia al dinero. Demasiada. Creemos que el dinero da la felicidad pero teniendo un coche mejor que otro no eres más feliz. El trabajo es lo que más horas te ocupa cada día y qué menos que estar bien, que sentirte a gusto con lo que haces y tener buen rollo con los compañeros. Yo en Intereconomía no me veo en este momento de mi vida. Aunque a lo mejor dentro de diez años te digo “eh, ahora estoy aquí con Curri Valenzuela” (risas).
Si te hiciesen directora de un canal de TV, ¿qué cambios harías? ¿Cómo sería tu cadena perfecta?
Mi cadena perfecta ahora es Neox (risas). No, pero oye, es una cadena que me gusta, eh. Y en cuanto a lo de mi cadena perfecta, no habría tanto corazón como lo hay ahora en televisión. De hecho hice un programa de corazón y no es un género en el que me sentí cómoda, ni mucho menos. Pero vamos, que lo respeto. Alguna vez he visto Sálvame y entiendo que a la gente le entretenga el verlo para olvidarse un rato de lo que les pasa en la vida. Pero en mi cadena perfecta habría bastante menos corazón. Habría muchos formatos de humor, habría informativos… y muchas series. Soy adicta a ver series y últimamente se están haciendo series muy buenas.
¿Qué series te gustan?
Me ha marcado Six feet under. Estoy obsesionada desde que la vi. Muchas veces entro en Youtube, me vuelvo a poner el final, y lloro como una condenada. Hay mucha gente que dice “pero es una serie muy lenta, en la que no pasa nada” pero creo que es muy buena, los personajes están muy bien logrados, los ambientes, la luz… es una serie magistral.
Por cierto, ¿por qué prácticamente ya no hay buenos programas musicales en la televisión?
Estuve tres años haciendo un programa de música en una televisión local y muchos de los invitados que venían a promocionar su disco se quejaban de lo mismo: que no hay programas donde puedan ir a que se les haga una entrevista y se les dé la oportunidad de tocar en directo. A ver, sí hay programas musicales si hablamos de cosas como Operación Triunfo, pero sitios donde nuevos talentos y nuevos grupos puedan ir a darse a conocer… ahora mismo no hay ninguno, y si lo hay yo no lo conozco. Es chungo que quieras dedicarte a la música, que tengas una banda y que no tengas manera de darte a conocer.
Cítame algunos libros básicos para ti ahora mismo.
Últimamente soy muy fan de una escritora sueca, Camilla Läckberg, que ha escrito La princesa de hielo, Los gritos del pasado, Las hijas del frío. Ahora he terminado Crimen en directo y estoy con Las huellas imborrables. Me he vuelto muy fan de esta mujer. Cuando todo el mundo leía a Stieg Larrson yo descubrí a Camilla Läckberg. Y ahora me vas a llamar ñoña, pero un libro que me encanta es de una autora catalana, Mercé Rodoreda; todo el mundo conoce La plaça del diamant pero para mí su obra maestra es Mirall trencat.
Espejo roto.
Qué raro me suena en castellano(risas) pero sí, sería esa la traducción. Devoro libros. Tengo que decir “para, tienes que dormir, que mañana hay que levantarse”.
¿Cuáles son tus personajes preferidos en la historia de la literatura?
Siempre me ha fascinado la capacidad de Mercè Rodoreda para crear personajes extremadamente complejos, como Colometa en La Plaça del Diamant, Teresa Goday de Valldaura en Mirall Trencat o Aloma en la obra del mismo nombre. También me acuerdo a menudo de los personajes de La Sombra del Viento de Carlos Ruíz Zafón. Especialmente la historia entre Julián y Penélope y el misterioso personaje de Lain Coubert. Tuve una etapa muy bestia de Douglas Preston y Lincoln Child —¡no podía parar de leer sus libros!— así que, soy muy fan de Pendergast. Ahora, quienes me acompañan cada noche antes de dormir son Patrick Hedström y Erica Falck, los protagonistas de las novelas de Camilla Läckberg.
¿Crees que la trastienda de la televisión, del mundillo, da para escribir una buena novela?
Sí, yo creo que sí. Novela… y con fotos y todo, que la ilustren.
(risas) ¿Eso qué quiere decir?
No, no, en mi caso sería una novela de buen rollo. Muchos dicen que en el mundo de la televisión hay gente mala, pero yo nunca me he encontrado con eso. Siempre he tenido compañeros estupendos.
¿No te has encontrado puñaladas?
No, en mi caso no. Supongo que puede haberlas como en cualquier ámbito, se las puede encontrar quien trabaje en televisión, pero también quien trabaje en una oficina, en una panadería… yo he tenido la suerte de coincidir con gente muy maja, que me han puesto las cosas fáciles.
¿Qué sucesos históricos te hubiese gustado cubrir como reportera?
Hubiese sido muy emocionante cubrir la caída del Muro de Berlín. Tenía siete años, un poco joven para ir allí de reportera (risas) pero ¡joder!, tuvo que ser un momentazo para estar presente.
Un momento de paz, aunque no siempre esos momentos acaban pacíficamente.
Unas imágenes que me vienen a la cabeza son las de Plaza Catalunya y el movimiento 15-M. Joder, ves a una gente que está ahí protestando pacíficamente y pidiendo tener una democracia que funcione de verdad… y de repente ves a la policía pegando con las porras y tirando pelotas de goma sin ningún tipo de distinción, le dé a quien le dé. Fue tremendo. Fue indignante y fue bastante asqueroso. Encima, cuando salió el señor Felip Puigdiciendo “sí, sí, he sido yo quien ha promovido esta acción”, no le ves avergonzado en plan “la hemos cagado completamente” sino justificándolo con la cabeza bien alta. Yo creo en la paz, no creo en la violencia. Aunque muchas protestas pacíficas acaban en eso, sin quererlo.
Y a veces esa violencia viene por el lado del poder.
Sí, lamentablemente sí.
¿Nos hemos vuelto demasiado complacientes con el poder?
Es más que la gente está desengañada, ya no cree en la política ni en los políticos, ya no confía. Cuando van a votar, lo hacen pensando en quién les parece menos malo. Hay muy poca gente que vote realmente convencida a un partido o a un líder político con el que se sienta representado, con el que esté de acuerdo. La gente está desencantada.
¿Hay algún personaje histórico por el que te sientas especialmente interesada?
¿Puedo considerar a Vicente Ferrer como personaje histórico? Era un hombre fascinante. El hecho de dedicar tu vida a ayudar a los otros, haciendo la labor tan inmensa que hizo. Mucha gente ahora hace las cosas esperando siempre algo a cambio. En su caso no fue así y muchas personas le deben la vida. Me fascina que siga habiendo personas así.
¿Crees que la sociedad penaliza la falta de egoísmo y ambición, y la candidez?
Es la frase “de tan bueno, eres tonto”. En el momento que estamos viviendo ahora mismo, si eres demasiado bueno te acaban pisando. Pero también es triste tener que decirlo, eh. Por eso me fascina Vicente Ferrer y otros como él: hacer cosas por los demás sin esperar recompensa. Es triste que la gente así quizá no acabe de encajar en la sociedad. Hace falta más gente así.
¿Eres futbolera?
No mucho. Soy del Barça porque soy de aquí, pero no es algo que me apasione.
¿Te gustaría ser actriz?
Sí, me gustaría probar, aunque es una profesión a la que tengo muchísimo respeto. Actuar es complicadísimo, es muy fácil caer en la sobreactuación, que es algo que creo que a mí me pasaría. También creo que no te puedes poner a actuar por actuar… creo en la formación, en estudiar y en aprender.
¿Te gusta el arte?
Me gusta el arte, aunque no soy una experta ni muchísimo menos y quizá me puede gustar un cuadro que un experto te diga que es un pufo.
Cuando vas por un museo o por una exposición, ¿qué hace que te detengas ante una obra concreta, una escultura o un cuadro?
No sabría decirte algo en concreto: es el cuadro el que te habla, el que te dice algo, el que hace que te pares y empieces a mirar: que te alejes, que te vuelvas a acercar… no es algo concreto. Por ejemplo, aunque no lo he visto físicamente, siempre me ha fascinado El grito, de Munch. ¿Por qué? No te lo sé decir. Expresa angustia, te dice cosas. No son solamente unos colores que forman un dibujo, el cuadro te habla.
Algunos psicólogos dicen que podría expresar una crisis de ansiedad y por las palabras del autor parece que así fue.
…pues ya es raro que en un museo te pares ante eso, ¿eh? (risas).
Es que es un cuadro muy impactante.
Es muy impactante. Y me gustaría verlo fisícamente. Sé que lo robaron hace años y que fue recuperado después. Pero ya te digo, cuando me hablan de arte siempre me viene ese cuadro a la cabeza. Eso es que voy a vivir una crisis de ansiedad en breve, ¿no? (risas)
No creo. ¿Qué otras pinturas, aparte de El Grito de Munch, te atraen especialmente?
Siento especial debilidad por La Primavera de Botticelli. El motivo es un poco romanticón… cuando tenía dieciocho años, tuve un novio que se fue de Erasmus a Florencia. Cuando me echaba de menos iba a la Galeria Uffizi para contemplar la mirada de Flora que, por lo visto, le recordaba mucho a la mía.
¿Para qué pintor posarías, y por qué?
Me hubiera encantado posar para Toulouse-Lautrec, me fascina la capacidad que tuvo para plasmar el París de finales del XIX—el barrio de Montmartre, el Moulin Rouge…—, me atrae su interés por captar las imágenes de la vida cotidiana y el entorno bohemio de la época.
Cuando paseas por una ciudad, ¿qué hace que te detengas en un rincón en concreto? ¿Qué clase de lugares te gustan?
Me gustan mucho los sitios tranquilos. Me dejas un sábado por la tarde en la ciudad, en pleno bullicio de tiendas… y me pongo histérica. Me gusta un sitio apartado en el que haya tranquilidad y calma. De hecho, por eso no vivo en una gran ciudad y vivo en un pueblo. Alguna vez que he tenido que ir de compras por Barcelona… es para volverse loco. Histeria, colas… es horroroso.
Ahora dime la primera idea, imagen o situación que te sugieren o asocias con estas palabras: vacaciones.
Una playa de arena blanca, poca gente, agua cristalina, una hamaca, un San Francisco helado y un buen libro.
Pesadilla.
Una niña con camisón blanco tirándome una pelota por las escaleras y preguntándome si quiero jugar con ella. ¡Cuánto daño me ha hecho el cine de terror!
Meditación.
Algo que deberíamos hacer todos bastante a menudo para ser mejores personas.
Lluvia.
Sofá con manta de cuadros, chimenea, copa de vino blanco, el sonido de las gotas cayendo y el olor de tierra mojada.
Wikileaks.
Una pequeña ventana para ver el mundo que no quieren enseñarnos.
Poesía.
El arte de bailar con las palabras.
Ovni.
Me viene a la cabeza una sobremesa entre amigos charlando durante horas y horas sin llegar a ninguna conclusión. Pero la charla y los distintos puntos de vista merecen la pena.
La Biblia.
Una manera de entender la vida como muchas otras.
Caso Gürtel.
Me vienen a la cabeza bigotes y armarios llenos de trajes, muchos trajes…
El sentido del humor de una persona, ¿de dónde proviene? ¿Viene de la familia?
Yo creo que sí, que viene de la educación que te han dado, de lo que tus padres te han puesto en la tele, de la música que te han hecho escuchar en el coche cuando os ibais de vacaciones… es algo hereditario. Mis padres también son muy cachondos, creo que mi sentido del humor viene un poco de ahí. De pequeña vi muchos programas de La Trinca. Pero vamos, mi hermana es bastante más seria que yo, así que supongo que también hay un gen o un componente de carácter. Pero sí, el sentido del humor radica mucho en la educación que le dan a uno.
¿Hay diferencia entre el sentido del humor de Madrid y el de Barcelona?
Dicen que sí. Dicen que muchas veces el humor catalán no se entiende en Madrid. Pero ahora estoy trabajando con catalanes y madrileños, y creo que compartimos un mismo sentido del humor en un estilo similar. Personalmente no he podido constatar esa diferencia aunque sí digan que la hay.
¿El humor de Anna Simon que vemos en pantalla es el mismo en tu vida real?
Sí, es el mismo, aunque quizá en mi vida personal tengo un sentido del humor un poco más macabro, que no se puede mostrar en la televisión. Pero en realidad no soy tan payasa: hay un guión y tengo que decir expresiones que no suelo usar en mi vida cotidiana, como el “qué cuqui”, que es algo que en realidad no digo nunca. Así que en la vida real tengo el mismo sentido del humor pero más calmado.
¿Y por ejemplo Florentino, es igual fuera de cámara que como lo vemos en pantalla?
Es mejor. También tiene un sentido del humor macabro que no le dejan explotar en la televisión. Cuando nos reunimos Dani, Flo y yo en el camerino… es algo que no se puede emitir. Flo es un sol. Hay gente que diría “pero lo ves así en la tele y luego es un tío superserio”, pues para nada. Él es un cachondeo desde que leemos el guión hasta cuando estamos comiendo. Tira la comida contra la pared… es un humor muy absurdo tanto dentro como fuera del programa.
Groucho Marx.
Leí que puso en su lápida “perdonen que no me levante”. Me fascina la idea de saber de antemano que vas a poner esa inscripción en tu tumba, con esa ironía y ese sarcasmo.
Woody Allen.
…es un director que a veces me cuesta, ¿eh?
Bueno, a veces le cuesta a todo el mundo, sobre todo en los últimos años.
La última que he visto es Midnight in Paris y sí me gustó. Pero hay películas suyas que me cuestan y otras que considero brillantes.
The Simpsons.
Soy fan absoluta. A veces me siento identificada con Homer, cuando empieza a soñar con rosquillas y empieza a salivar. Yo igual. Me pones un Donut o algo de chocolate y hago como él. Además también me gusta bastante ver la tele, estar ahí espachurrada con el mando… soy muy Homer.
South Park.
También. Ahora ya no lo veo tanto, de hecho no sé si se está emitiendo, pero hubo una etapa en que lo emitían muy tarde —sobre la una o dos de la mañana— y me quedaba a verlo. Me gustaba mucho, aquello de “¡han matado a Kenny! ¡Hijos de puta!”, ¿te acuerdas? (risas)